VUELVE A CASA
Publicado por: Ministerio Infantil Tiempo para Niños
Email: infantile@ministeriotpn.com
Lo conocí hace ya 5 años, en realidad lo conocí desde pequeña, pero hace cuatro años comenzamos a ser realmente amigos.
Alguien rompió mi corazón, y necesitaba llorar, alguien que me escuchara, que me diera buenas noticias, necesitaba escuchar y ver un nuevo color en mi vida, y llegó El (aquel a quien ya conocía) a buscarme y de pronto yo hablaba y EL sólo me escuchaba, me escuchaba y me escuchaba; me dejaba llorar si quería hacerlo pero nunca dejaba de poner su mano en mi hombro, nunca dejaba de abrazarme, nunca dejaba de consolarme.
Muchas veces no lo llamaba ni lo buscaba, sólo lo hacía cuando realmente lo necesitaba, y EL nunca me reclamó; me sentía libre, no como esas amistades que sabes que si no llamas o buscas se van a resentir… con El nunca fue así.
Recuerdo que podía buscarlo a cualquier hora porque siempre estaba ahí, su amor por mí me dio confianza para contarle todo, para llorar una y mil veces.
Siempre fue muy sabio, EL siempre decía lo correcto pero para mí hacer lo correcto no siempre es lo más fácil. Por eso sólo en mi desesperación, le decía: “Ayúdame por favor, dime ¿qué hago?”, y Él abría sus labios para derramar sabiduría…
Muchas veces intentaba hacerle caso, seguir sus consejos; pero no siempre pude hacerlo, a veces prefería hacer lo que mis impulsos me dictaron y ¿Qué creen?... ¡terminaba siempre arrepintiéndome de haberlo hecho!...
Pero sabía que podía volver y decirle: “lo siento, me equivoqué!, no te hice caso, hice exactamente lo que me dijiste que no hiciera”. Y Él me decía si tan sólo me hubieras hecho caso las cosas no estarían así, y ahora vas a tener que asumir las consecuencias de lo que hiciste… Pero yo voy a estar a tu lado ayudándote”
Él siempre me animó a seguir adelante, me hacía aprender de mis equivocaciones. Me decía, esto te va a hacer crecer, aunque no lo creas, este error si lo ves de la forma perfecta, va a ser para bien y no olvides Yo estoy aquí y siempre te voy a amar, sin importar lo que hayas hecho, lo importante es que confías en mí ya que has venido a contármelo y me daba un gran abrazo.
Es que realmente su amor era tan grande que podía sentirlo en sus palabras, en su abrazo, en su voz… podía sentir que en EL no había reproches ni segundas intenciones, sólo el anhelo de verme mejor, de verme feliz, de ayudarme a ser distinta. Simplemente mejor.
Cuando las cosas empezaron a ir mejor, cuando EL llenó mi mente de cosas nuevas, cuando el poder de su amor por mí cambió el color de mi vida, cambió la fuerza de mis manos, lo agrio de mis palabras… cuando el amor que derramó sobre mí hizo efecto… empecé a hacerlo a un lado sin darme cuenta.
Como ya no lloraba y las cosas iban bien, pensé que ya no lo necesitaba, que conversar a diario pero sin pedirle consejos era suficiente, sentí que ya era capaz de mantenerme “firme” yo sola.
El siempre sabía todo lo que yo hacía, pero ya no le pedía consejos, simplemente me bastaba que lo supiera… estoy segura que su corazón le dolía al ver mi actitud y el camino por el que iba, pero Él siempre ha sido un Caballero.
Lo cambié por amigas, amigos, situaciones, es decir, puse muchas cosas antes que su amistad y su amor, de ese amor que siempre me demostró.
Muchas veces me di tropezones, pero sabía que siempre estaba ahí, algunas veces sentía vergüenza de volver a El por mi conducta, pero cuando por fin lo hacía con timidez, EL me hacía sentir en confianza, preparaba un banquete cada vez que yo volvía, parecía que había estado esperándome, que había preparado toda una bienvenida para ese día… era maravilloso volver…
Hubo cosas que El supo antes de que yo pudiera contarle, y a decir verdad yo demoraba en hacerlo porque me sentía avergonzada de caer y caer otra vez en el mismo error, ya muchas veces El me había dicho lo que debía hacer… una y otra vez, me sentía tan mal que cuando hablábamos trataba de evadir conversaciones importantes, hablaba tan sólo un rato y me iba, pero su amor permanecía fiel.
Yo sabía que El conocía mis errores y pensaba que me iba a rechazar, pero a su lado era como si Él pudiera sentir exactamente lo que yo sentía, y cuan arrepentida estaba; yo podía sentir en su voz el anhelo de consolarme y transmitirme esa paz que Sólo El ha podido darme.
Nunca intentó “sacarme” nada que yo no quisiera contarle, sólo el amor que me demostraba hizo que tarde o temprano siempre terminara quebrantándome delante de El… nunca he entendido por qué me he demorado tanto en hacerlo si son los momentos mas maravillosos que hemos vivido juntos.
Sí, su amor es perfecto, es grande, me ama en gran manera, nadie me ha amado como EL; esto que acabo de contarles es sólo una pequeña fracción de la prueba del amor que me tiene.
Su demostración máxima es que un día dio su vida por mí, para que su sangre llene el vacío de mis manos y limpie las manchas de mi corazón. Para poder acercarme a El,
Dio su vida. Para entregármela a mí...
He tenido la dicha de disfrutar de su amor y su amistad, pero he tenido la pena de haberle fallado… y la vergüenza y el dolor me alejaron de El muchas veces. En esas ocasiones creía que ya no podía mirarlo, dejé de visitarlo, ya no quería pensar en su amor por mí, ya no quería recordar nuestros mejores momentos, me sentía tan mal… no creía que pudiera volver a perdonarme, no creía que me amara lo suficiente, pensé que había llegado al límite, me derrumbé, dejé de luchar, ya no tenía esperanza, asumí que todo estaba perdido, asumí que era la última que me perdonaba, que ya no me creía…. (Sonrisa irónica) ¡Ni yo misma me creía! me sentía tan ridícula; ya no me importaba nada, cuando veía que caía en lo mismo, sabía que ya era caso perdido, dejé de luchar ¿y sabes? Cuando dejé de creer que me perdonaría, dejé de luchar, y cuando dejé de luchar… lo perdí todo.
Que te puedo contar a partir de ahí?, si todo se reduce en 3 palabras… “desvié mi mirada” y empecé a caminar hacia donde me llevara el viento, las circunstancias, el corazón… dejé la luz que guiaba mi camino, ya no tenía quién me hiciera entender y me enseñara el camino por el que debía andar … todo se volvió triste y mi vida perdió el color… los días iban pasando y cuando miraba hacia atrás, todo se veía tan lejano… tantos sueños, tantas metas, tantas promesas, todo se reducía a recuerdos… fue ahí que pensé que todo era mentira, que Dios nunca me quiso para servirle, que todo lo que había soñado fueron sueños inventados por mí, y mi corazón comenzó a ponerse más duro, las cosas cambiaron y dejé de ser la ofensora y pasé a ser la ofendida, la olvidada…
Dios ya estaba demasiado lejos, ¡me desvié demasiado! Ya no importaba lo que Dios quisiera sino lo que yo quería, ya no quería que Dios fuera primero, quise ocupar el primer lugar…
Pero Santo, Bueno y lleno de amor… volvió a rescatarme… ¡Lo ha hecho tantas veces!, me salvó una vez, de la muerte, me salvó otra vez de alejarme, me salvó de este corazón engañoso.... y ahora, lo hace una vez más. ¡Claro! Siempre tiene que usar una circunstancia, algo fuerte para que yo pueda reaccionar, pero… ¿qué le puedo reclamar? Era cuestión de vida o muerte y El escogió mi vida!
¿Has escuchado la historia de la madre que salva a su hijo de que sea comido por un cocodrilo, pero al salvarlo, el cocodrilo se queda con la pierna del niño?, El niño se salvó, pero perdió una pierna, más salvó su vida… ella tuvo que decidir y decidió salvarlo…
Mí Salvador, lo hizo una vez más, volvió a rescatarme y no supe que tan lejos había andado hasta ahora que volví a casa. Te lo dije hace un momento, perdí todo cuando dejé de creer en ese amor infinito; … ¡A pesar de ti, a pesar de mi, ese amor se mantiene intacto! Y sólo cuando dejas que te brinde ese amor, Dios te guía con sabiduría, le da sentido a tu vida y te da la oportunidad de servir siguiendo el ejemplo de Jesucristo. ¡El dio su vida por ti! ¡Lo hizo una vez y para siempre, para que hoy puedas volver a casa!
Si sabes que no hay otro camino, si ya has recorrido otros caminos y sabes que no hay brazos como los suyos, que no hay calor como el que su amor te da, que no hay otro abrazo perfecto, que además te ofrece por la eternidad… ¿Por qué no vuelves a casa?… ¡Su amor te espera!